En la década de los años 20 del siglo XX, México vivía el periodo posrevolucionario, y el presidente Álvaro Obregón buscaba reconstruir la nación.
En ese contexto, José Vasconcelos, titular de la recién creada SEP, propuso un ambicioso plan que incluía al arte y la cultura como elementos fundamentales para alcanzar la igualdad y la justicia social.
El Muralismo Mexicano fue concebido como un movimiento artístico y cultural que buscaba plasmar en los muros de instituciones públicas una nueva identidad nacional.
Esta identidad estaría basada en el mestizaje de los pueblos originarios y la herencia hispánica.
Con el respaldo financiero de la Secretaría de Educación Pública, este proyecto convocó a diversos pintores mexicanos para llevar a cabo esta valiosa tarea.
El inicio del muralismo se considera con la obra “El árbol de la Vida”, pintada en 1921 por Roberto Montenegro en lo que hoy es el Museo de las Constituciones.
Sin embargo, es conocido que el antecedente del movimiento se encuentra en un plan original del Dr. Atl en 1910, que no pudo concretarse.
Edificios emblemáticos se convirtieron en lienzos para los talentosos artistas.
Recintos principales del Muralismo Mexicano:
Uno de los recintos más significativos fue la Escuela Nacional Preparatoria, hoy conocido como el Antiguo Colegio de San Ildefonso.
En este recinto pintores como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Jean Charlot y Fermín Revueltas dejaron su huella.
Esta institución es considerada la cuna del muralismo mexicano debido a la gran cantidad de artistas que plasmaron sus creaciones en sus paredes.
Asimismo, el edificio sede de la SEP en el Centro Histórico también fue intervenido por varios pintores, aunque principalmente se atribuyen las obras a Diego Rivera.
Aunque cada artista tenía libertad para plasmar temas de su interés y utilizar técnicas y estilos distintos, el muralismo mexicano tuvo rasgos comunes.
Las obras se caracterizaban por su monumentalidad y abordaban temas como el progreso, la historia de México, los valores republicanos, el desarrollo y el trabajo.
Además, el arte muralista tenía un carácter social, incluyendo la representación de campesinos e indígenas, la revalorización de la cultura prehispánica.
Pero también plasmaban la reivindicación del arte popular mexicano y la crítica caricaturizada de la burguesía.
El Muralismo Mexicano se convirtió en un importante medio de expresión artística y política, y dejó un legado significativo en la historia del arte y la cultura de México.
Sus obras perduran hasta hoy, recordándonos la riqueza de nuestra identidad nacional y su valor en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.
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