En una jornada marcada por la tensión y la protesta, manifestantes vinculados al caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa protagonizaron un dramático incidente frente a Palacio Nacional.
Según el informe del periodista Javier Navarro, quien resultó afectado por el gas lanzado desde el interior del recinto, los padres de los estudiantes desaparecidos se encontraban entre los manifestantes.
La escena fue impactante: utilizaron una camioneta con el logo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como ariete para derribar la puerta del Palacio Nacional.
Minutos antes, Vidulfo Rosales, abogado de los padres de los desaparecidos, denunció que la investigación se obstaculizó cuando tocó temas delicados relacionados con el Ejército y su presunta implicación en el caso.
El presidente Andrés Manuel López Obrador respondió acusando a los manifestantes de ser manipulados por intereses externos, señalando específicamente al activista Álvarez Icaza, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y grupos conservadores de derecha respaldados por gobiernos extranjeros.
Sin embargo, aseguró que su gobierno no caerá en provocaciones y se mantendrá enfocado en avanzar en la investigación.
López Obrador minimizó el incidente, afirmando que la reparación de la puerta marcará el cierre del asunto y reiteró su compromiso de no responder con violencia. “No somos represores”, afirmó tajantemente.
Este episodio refleja la persistente lucha de los familiares de los estudiantes desaparecidos por encontrar justicia y verdad en un caso que ha conmocionado a México y generado críticas hacia las autoridades por su manejo de la investigación.
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