La Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPA), a cargo de Hugo Garza Sáenz, en Chetumal se encuentra en el ojo del huracán. Esto, tras revelarse una alarmante combinación de corrupción interna y crisis ambiental que amenaza tanto la confianza pública como la salud ecológica de la región. A la par del escándalo por el presunto desvío de más de 22 millones de pesos, activistas y expertos denuncian que la planta de tratamiento Centenario está contaminando el humedal de La Sabana, un cuerpo de agua clave para el equilibrio ecológico de la ciudad.
Desvíos millonarios en plena crisis operativa
Una investigación liderada por la Fiscalía Anticorrupción de Quintana Roo reveló que cuatro empleadas de la CAPA —entre ellas una jefa de departamento— estarían implicadas en el uso indebido de recursos públicos, destinándolos presuntamente a viajes personales a Europa e inversiones fallidas en criptomonedas. Las acusaciones se basan en conciliaciones bancarias, estados financieros y publicaciones en redes sociales.
Una de las trabajadoras, identificada como “Lupita”, habría confesado su participación, señalando a otras tres empleadas: “Irene”, “Miriam” y “Mónica”, esta última adscrita a la Dirección de Recuperación de Adeudos y Ejecución Fiscal (DRAEF), donde también se detectaron irregularidades en convenios de liquidación de deudas. Usuarios con adeudos superiores a los 200 mil pesos fueron liberados mediante pagos mínimos que nunca se reportaron a las arcas de CAPA.
Contaminación y riesgo sanitario por planta saturada
Al mismo tiempo, ambientalistas y biólogos han advertido que la planta de tratamiento Centenario está generando un severo impacto ecológico en La Sabana, una laguna de aproximadamente 60 hectáreas ubicada al noroeste de Chetumal. Se estima que al menos el 10% del cuerpo de agua muestra signos de contaminación por aguas negras, resultado del presunto rebosamiento de la planta.
De acuerdo con el biólogo Arturo Bayona Miramontes, integrante del proyecto Gran Acuífero Maya, los nutrientes vertidos por la planta han provocado la proliferación de plantas invasoras como el jacinto y la lechuguilla de agua, lo que ha derivado en un proceso de eutrofización. Este fenómeno implica un crecimiento descontrolado de algas y microalgas, afectando la biodiversidad, generando malos olores y poniendo en riesgo la salud humana.
La planta fue inaugurada en 1999 para una población de 150 mil habitantes, pero actualmente Chetumal supera los 200 mil. Aunque la CAPA asegura que la planta opera al 60 o 70% de su capacidad y que cumple con los estándares de la Conagua, especialistas sostienen que está rebasada y representa un riesgo sanitario latente.Bayona advierte que el colapso del sistema de tratamiento puede provocar que excrementos, orina y otras sustancias peligrosas se filtren hacia el manto freático, poniendo en peligro las fuentes de abastecimiento de agua de toda la ciudad.
Crisis institucional y desconfianza ciudadana
Mientras crece la indignación por el uso de recursos públicos en lujos personales, el deterioro del entorno natural de Chetumal continúa avanzando. Para muchos ciudadanos y organizaciones civiles, el caso CAPA simboliza la descomposición interna de una institución clave en la vida diaria de la población.
Lo más grave, advierten expertos, es que no hay medidas concretas ni resultados de las investigaciones. Los responsables siguen sin ser sancionados, y los efectos en el medio ambiente podrían volverse irreversibles si no se actúa con urgencia.
¿Qué está pasando con la CAPA?
- Se investiga a cuatro empleadas por presunto desvío de más de 22 millones de pesos.
- Parte del dinero fue usado en viajes a Europa y criptomonedas.
- La planta Centenario estaría operando por encima de su capacidad.
- La Sabana muestra signos de contaminación por aguas residuales.
- Se han identificado procesos de eutrofización y riesgo sanitario.
- Las autoridades aseguran que todo está bajo control, pero las pruebas y efectos en el medio ambiente dicen lo contrario.
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